lunes, 20 de enero de 2014

El último lutier en la calle de las Mandolinas

 
Los restos de polvo se vislumbran en el aire, rayos de luz de aquella tarde de domingo se filtran para evidenciarlo, el aroma de su taller tiene el olor penetrante del líquido con el que se disuelven sus pinturas; pero sobre todo huele a madera, es un olor prácticamente indescriptible, que huele y se siente en todo el lugar.


Más de doce horas diarias, cortando, puliendo, armando y pintando; hoy es domingo y hoy también trabaja. Sus manos callosas resbalan sobre la madera, con una lija que intenta darle suavidad y textura, sentado en su vieja butaca, testigo de sus largas jornadas de trabajo, este particular personaje es Enrique Rodríguez Gálvis, el único lutier en la calle de las Mandolinas.......