jueves, 1 de febrero de 2018

Muere degollado asistente de la morgue 
¿Suicidio? 





              Es un hecho confuso, Saúl Hernández fue encontrado sin vida esta mañana en el interior de la morgue Central, donde se desempeñaba como vigilante. Aunque el caso ha sido tomado con mucho hermetismo por parte de las autoridades, existen versiones que apuntan a que fue homicidio. No existen testigos, solo las improvisadas interpretaciones que puede proporcionar un cuello desollado. Bajo esta loza fría, aquellas huellas de sangre resplandecen bajo las lámparas de neón, y se puede ver en sus labios la mueca del horror,  mientras su mirada se dirige hacia una de las camillas.
Es la vergüenza de una madre que no para de llorar, él, su único hijo fue la primera página de un periódico amarillista. Él, Raúl, el que en vida no represento ningún ápice de emoción, nada de llantos, nada de risa, la solitaria espuela de un andante si sonido. Ahora la foto de su muerte se titula: muere degollado asistente de la morgue ¿suicidio?
Desde mucho antes cuando el decidió dejar la casa de su madre y emplearse como asistente en la morgue, su ausencia fue notoria. Caminaba del trabajo a la casa y de la casa al trabajo en distintas horas del día, no tenía tiempo, ni ganas de nada más. El carnicero que salía a la madrugada al matadero se lo cruzo más de una vez, decía que era muy pálido y tenía un aliento que apestaba. Muchos se atrevían a decir que estaba muerto, nadie nunca lo vio comer, pero si beber alcohol en abundancia.
Su segunda muerte, la que posee la evidencia de un cuerpo desangrado, teje tras de sí un enigma que ninguno investigador o policía podría desenmascarar. Saúl Hernández llevaba 11 años trabajando para la morgue, sin que esto representara algún cambio para la vida del pueblo, ni para la suya.
Son casi las tres de la mañana, y aún tiene que estar aquí tan sobrio y despejado para contar y analizar a tan innumerables cadáveres. Cuánto tiempo, cuanta frialdad y tan poco de respuesta en esta bodega hospitalaria, él quisiera comprender aún más, porque a  razón de ser tan miserable y solitario se le ha ocurrido estudiar asuntos de esta tan loca y mezquina medicina. Para que recordarlo, cuando en su mundo de sombras, no queda ni la duda. Porque nada ahonda en su mundo, ni recuerdos infantiles, ni complejo de Edipo.
─Llevo casi once años en estas paredes curtidas de un anfiteatro de pueblo, porque es tan poca mi extensión, que mejor aquí, con los muertos sencillos, muertecillos simplistas de corazones infartados o arrebatos de cantina.
─Te puedes callar.
─Pero quien va a hablarme en tanta muerte.
─Si tan solo te callaras un instante. Hijueputa tengo sed, como quieres disponer de un cadáver bien parecido, me deshidrato, pero a ti solo te preocupa tu árida mente, llena de razonamientos sin vivir. Pero acércate.
─Creo que tanto licor y carne muerta me han hecho perder un poco la lógica, ya está bueno, creo que pediré el cambio de turno.
Hoy es un día en el que se siente menos aturdido y con algo de entusiasmo, porque este trabajo que a fuerza de no quererlo, hasta se insinúa en el imposible dejarlo. Relacionemos el día y la noche anterior (sobriedad, aridez, auto castigo, profunda soledad). Algo roza su espalda.
─Marica trastornado ¿se te olvido que llevo 23 días con sed? Regálame agua. Tienes miedo, yo pensé que en ti, ni el miedo anidaba. No te preocupes, es solo agua para apagar lo que aún queda de calor en este frío cuerpo. No sabes lo mal que se siente cuando quieres despegarte de esta loza, pero es más brusca y helada la pasividad de esta muerte que todavía no puedo asimilar. ¿Pero a quién le hablo? ¿Al que teme caminar por qué de pronto conoce? ¿Al que culpa el día por revelarlo? Me tienes loco de tantas estupideces. Como desearía estar en tu lugar.
─No puede ser ¿por qué hablas? Cuando biológicamente estas incapacitado. Aún te escucho y no comprendo tantas palabras, cuando ni yo, el único vivo de esta sala, ha tenido tantas intenciones.
─Cuando aprendas a callar, escucharas más allá de todas las voces o lenguas posibles. Cuando aprendas a oír por fuera de tus oídos, vivirás más allá del hexágono de tu habitación y el cuadrado de tu oficio.
Las luces se apagaron y a lo lejos se escuchó un grito.

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